Florencia Peña. 7 años. Tiene ganas de cantar.
Año 2016. Tiene mi edad. Un poquito menor. Meses tal vez. No lo sé. Pero se ve igual. Como la vi hace 10 años atrás. Está mejor. Más seria. Más divertida.
Año 2016. Tiene mi edad. Un poquito menor. Meses tal vez. No lo sé. Pero se ve igual. Como la vi hace 10 años atrás. Está mejor. Más seria. Más divertida.
Anoche se presentó en el Teatro René Moreno, en la ciudad de Santa Cruz de
la Sierra, Bolivia. Ante un público mayor. O mejor dicho mayoritariamente
mayor. La sala no se llenó. Conté 50 filas llenas de las 100. Cada fila de 15 o
17 butacas. No sé. No logré contarlas todas. Lo noté a medias. Porque estaba
sentado en la tercera fila, butaca 10. Muy cerca de ella.
Supongo porque el público es diferente, o era menos de lo que esperaba, su
mirada no acababa en el final del teatro. Mirando a un punto fijo. Luego se
prendió. Se acordó que comenzó a los 7 años. Que una vez le dijeron que sea
público. Que se baje de las tablas. Que deje el micrófono. Que no cante. El
cuerpo de baile no ayudaba mucho. Pero ella cuando quería, le subía la
intensidad a su show y dislocaba las mandíbulas en risotadas esporádicas.
Atenta a un público uraño. Que la conocía, pero que no la comprendía en su
cabalidad. ¿Qué hace Florencia Peña acá? Seguro, alguno se preguntó. No
importa. Es artista. No todos los días se tiene a alguien de su talla. Aunque
es pequeñita. No tanto. Es chica. Como ella dice, “dizqué”.
Es fácil contagiarse con los modismos locales. La forma de hablar del Camba
es única. Todo es boningo o chiquitingo o termina en “ingo”. Somos medio
parecidos con los gauchos pero diferentes a la vez. Ellos, los porteños, son
ciudadanos del mundo; nosotros, no salimos de nuestro pueblo mental. Aunque
muchos de los presentes en la sala como público, hayan viajado por todo el
mundo. Gracias a Pablo Fernández: actor, comediante, productor, presentador de
tv, que la acompañó esporádicamente en el show de anoche, pudimos ver a una
Flor auténtica. Riendo ante las ocurrencias y prendiéndose al show, ya no de
ella, sino del momento y el lugar. Es bueno que una artista se encuentre y se
ubique en las risas y la cultura de la gente donde actúa.
Tal vez la justificación sea que la promoción no fue muy buena. Pero el
tour de medios fue intenso. Estuvo en los principales canales de Tv. La entrevistaron
y mostraron lo fabulosa que su trayectoria es. No había excusa. Pero, todos
sabemos, que el teatro, es una opción de entretenimiento en Santa Cruz, de muy baja demanda. Y sobre todo, que
debe armarse una estructura de contenidos y hacer crecer esa demanda con mucha
oferta. Entonces, tal vez podamos tener algún día, una ciudad donde se valore
los show como la comedia musical de Florencia Peña. Los nuestros la revientan.
Como es el caso de Pablo Fernández y muchos más que viven de este arte. Pero,
en esta ciudad, donde el entretenimiento se mueve por otros lares. Donde la
porción de público objetivo, que puede pagar 200 bolivianos una entrada para
ver y consumir cultura del entretenimiento, opta por irse a un boliche a escuchar
regueton, pues se convierte en una inversión de alto riesgo para los
productores que se animan a traer a artistas internacionales.
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