lunes, 26 de diciembre de 2022

BOLIVIANOS EN EL EXILIO

LLegamos a Mckinney después de un viaje de más de 5 años de incertidumbre. 

El viaje comenzó en Bolivia, a pocos metros del centro de sudamerica, cuando nos miramos a los ojos con mi esposa y entendimos que no había más espacio, ni de tierra ni de aire, que nos quepa en nuestras esperanzas.

Hicimos periodismo hasta donde pudimos, encubierto en un programa de televisión, remendando las noticias como entretenimiento, pero mostrando la readidad con un solo sentimiento, el de decir la verdad.

Muchas veces nos trataron de comprar, de callar, de decir y desdecir, nos cerraron los programas, nos quitaron los auspicios, nos dejaron a un lado del camino, solo por no pensar como ellos. 

Salimos de Santa Cruz de la Sierra, huyendo del Masismo, de la corrupción que nos mataba cada día. Amenaza tras amenaza, la gente se acostumbró a vivir con miedo, a callarse lo que nos abrumaba, hasta que un día, 21 días nos bastaron para desnudar al poder y llevarlo hasta el abismo de sus pecados. 

Salieron corriendo, pero volvieron, como demonios que no se rinden después del exorcismo, tirando mierda y desgranando mentiras. Otra vez en el camino, buscando sentido a las palabras. Comenzamos un viaje hacia el destino que estaba marcado desde hacía mucho tiempo.

Salir del país para muchos bolivianos, es una forma de desarraigarse. Encontrarse en otras tierras, en otras caras, con otros acentos, es un dolor que no se merece nadie. Ser aventurero es una cosa, pero lidiar con el miedo de no volver a tu casa, es otra. Cuando la familia está en juego, cuando no nos dejan creer en lo que queremos, cuando el trabajo se vuelve una pesadilla, es ahí que entendemos que debemos cambiar de rumbo. Mirar la patria que nos quedaba chica en el pecho, lloar por dentro con afrentas encontradas.

Llegamos a Mckinney con una idea poco clara de cual iba a ser el resultado. Escapar de una realidad para empezar de cero no estaba en nuestros planes. 

Le pedí a mis hijos que sean valientes, que lo nuestro no era cobardía, que soñamos pero nuestro sueño se convirtió en una pesadilla, y que estamos pensando en ellos, más que en nosotros. 

Comenzar de cero, es un decir, porque todavía no tenemos nada, perdimos todo por defender los ideales. La libertad no se negocia, el exilio es de alguna manera comenzar otra vez a encontrar el rumbo de nuestra vidas.