El arma que
ponemos en las manos de nuestros hijos.
Suele ser una imagen, un momento,
una reunión en casa, en la visita al tio, al hermano, al amigo. Clases
magistrales de comportamiento poco agradables, incorrectas, promiscuas,
antivalores que se clavan en la conciencia de ellos: los hijos, los sobrinos, los
hermanos, los hijos de los vecinos.
¿Cuándo ponemos una bala en la
cámara del arma más letal que tenemos cerca,
cuándo se la entregamos a ellos? : Que no tienen la edad suficiente para
entender pero sin embargo captan el mensaje, para los que solo quieren un
modelo a imitar y no un maestro asesino en potencia, para los que pensamos
sorprender y nos sentimos admirados. En realidad lo que hacemos es limpiarle el
arma, cebarla, y ponérselas delicadamente en las manos a cada instante relativo
de tiempo: de ausencia o de toxicidad parental
.
La semana pasada cinco jóvenes se
vieron por el ojo del whatsapp, de las redes sociales, del orificio principal
por donde se mira nuestra sociedad: de
reojo. Cinco jóvenes aturdidos por el impacto de esa arma descargada sobre
ellos, hacía eco a cada instante en los celulares de toda la ciudad. El impacto
de aquella bala descargada del arma letal: una camioneta , vagoneta de lujo,
con los asientos de cueros ensangrentados, seguía repitiéndose en estado de
coma de una niña, joven, mujer, estudiante de esta ciudad, Santa Cruz de la
sierra, santa cruz desbordada, cruz santa como dicen los del noveno anillo al
norte.
Cruz santa, Santa Cruz de mi
esperanza, se cansa mi voz no descansa de decir, de gritar que ya no me
alcanza, con la plata de los pobres, con los euros que me mandas, así decían, o
querían decir rapeando en un extraño lenguaje, ese del noveno anillo. Es un
arma diferente, pero parecida, el arma que cargada de balas que ponemos en las
manos de nuestros hijos, con las que se apuntan, se miran, se tientan con jalar
del gatillo.
La noche trágica del pasado
miércoles, la vida de una joven comenzaba a extinguirse, después del golpe duro
con la realidad. Y la gente grita que eran de colegios caros, que eran picadas
de los tunning que corren con la plata de sus padres, que estaban borrachos,
que estaban y que gritaban en el suelo pidiendo ayuda. “hablale a mi mamá,
hablale a mi mamá” gritaba una de ellas, y mientras todos miraban estaban los
ojos de su madre mirando también, escuchando pedirle ayuda.
Pero el arma ya estaba hace
tiempo calibrada, lista para disparar. El alcohol, el ejemplo, la imitación del
superhéroe, el borracho de la casa, la ausencia, el mimo exagerado, la
tolerancia, la permisividad, la falta de límites, la falta de interés.
Porque al final, esa arma que
vemos en la televisión, el poder de ese artefacto disparando en una película,
en una sesión de fotos infartantes de culo y tetas desfilando en la pantalla o
en los tabloide de la imaginación, no son las balas que se disparan: ni la
noticia amarillista, ni el dato errado , ni la coma mal puesta cambiando la
historia al revés. No matan las noticias, no disparan los periodistas, no
escriben los redactores sentencias de muerte.
Cuando nos demos cuenta, que al
lado nuestro, a pocos metros duerme un adolescente, un infante, un niño que es
capaz de cargar y levantar las armas que nosotros manejamos y descubramos que
ellos la pueden convertir en letales: el auto, la moto, los artefactos
electrónicos de última generación, las cosas que piden y que les damos para que
se callen y no sigan jodiendo más con lo mismo, mientras sigamos cediendo y
dejando que dejen de ser como nosotros y encuentren su propio camino y no la
imitación que queremos que sean de nuestra sombra, allí, tal vez, logremos
alejar todas esas cosas que le hacen daño a ellos: nuestros hijos, sus amigos,
sus parientes.
Y para los que no se enteraron el
arma se llama a veces: ausencia, trago, alcohol, promiscuidad, bullying,
gritos, divorcios, peleas intrafamiliares, etcétera, etcétera, etcétera. Seguro
no son todos, pero hasta el más atento, la más inteligente, peca de ignorante por no saber que piensa,
quiere, ama su hijo, hija.
http://www.eldeber.com.bo/santacruz/muere-valeria-y-caso-complica.html
Gary Rojas Jordángrojas@eldeber.com.bo06/04/2015Ayer cerca de las 11:00 el corazón de Valeria B.V. (16) dejó de latir. Batalló durante tres días y algunas horas en la sala de terapia intensiva de la clínica Kamiya contra un diagnóstico de fractura craneal que le provocó un derrame cerebral.
La muerte de la adolescente consternó a sus familiares y a sus compañeros de colegio - cursaba el quinto de secundaria- que, en medio de relámpagos, lágrimas y lluvias, dieron el último adiós a la muchacha.
Linda Gonzales, amiga de los familiares de Valeria, fue designada para hablar con la prensa. Gonzales confirmó el deceso y aclaró que el vehículo en el que iba Valeria B.V. no era de propiedad de su familia, y que tampoco manejaba el motorizado en el momento del accidente, el 1 de abril.
Agradeció a nombre de la familia el apoyo físico y espiritual que realizaron centenares de personas y, a manera de lección aprendida con lágrimas dijo que de la muerte de Valeria sale una “cruzada de conciencia para que los padres puedan cuidar y aconsejar a sus hijos para evitar accidentes similares”.
Sobre el mismo tema, el sociólogo Rafael López se comunicó con EL DEBER y como padre de una menor de edad lamentó el deceso de Valeria y comentó que, con el apoyo de profesionales, presentará en las próximas semanas una propuesta de modificación al Código de Tránsito y a la ley de Seguridad Ciudadana para que las autoridades sancionen a los padres que den un vehículo a menores de 18 años.
López, además, instó a las autoridades a que sancionen la venta de licencias de conducir a menores de edad y que realicen una depuración para eliminar las existentes.
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