MATANZA EN PALAMASOLA
Los muertos no tienen nombre
@750palabras
La
noticia, a las seis de la mañana, ya era preocupante: humo, balazos, palazos, y
gritos de dolor y euforia salían de la cárcel de Palmasola, exactamente de
Chonchocorito, régimen de máxima seguridad dentro del penal.
El
bloque "B" había planificado controlar y quitar el poder a los del
bloque "A", cerca de 500 internos, clasificados entre sentenciados y
sin sentencia; entre asesinos, violadores, asaltantes a mano armada, violentos,
despiadados, despertaron ese viernes para vivir una pesadilla. La antesala del
infierno, el corredor de la muerte los esperaba.
Todo
estaba planificado, la panadería serviría de cuartel para elaborar la matanza:
varias garrafas de gas, cuchillos, machetes, y armas blancas punzo cortantes
eran distribuidas entre los reos del bloque "B". Todo se sabía, la
declaración de una madre desesperada doce horas después declaraba a los medios
que ella había sido advertida por su
hijo (interno dentro del penal) para que le cuide a su hija (nieta de ella) por
si algo le pasaba. La lucha por el poder se venía batiendo desde hacía ya mucho
tiempo.
Prendieron
fuegos a las casetas que estaban en la parte baja del pabellón, abrieron las
válvulas de las garrafas de gas y la utilizaron como lanzallamas; crearon la
calle de la amargura para "sunchar", machetear y golpear a los que,
sin previo aviso, más que el olor a quemado, el estruendo de explosiones,
salieran despavoridos del bloque sin saber lo que les esperaba.
Más
que un enfrentamiento fue una emboscada, cuentan los que salieron con vida. Uno
de los reos que era llevado al hospital con dos heridas de puñal y parte del cuerpo
quemado dijo a la prensa: "nos querían matar a todos, nos querían quitar
el poder, querían matar a nuestros líderes, pero nunca van a poder porque
nosotros estamos con Dios", ante la mirada atónita de los periodistas y la
respuesta dada por el malogrado, continúo diciendo mientras lo metían a la
ambulancia "Nosotros matamos a dos de esos malditos, los golpeamos con
palo hasta que se murieron los desgraciados" ¿y por qué lo mataron?,
preguntó uno de los reporteros, a lo que atinó a responder, con la indolencia
de su situación: "porque nos querían matar a todos, por eso, en defensa
propia".
El
campo penitenciario, se había convertido en un campo de batalla, los heridos
estaban tirados en el patio enmallado: los quemados temblaban de dolor, los más
afortunados solo tenían un corte de machete en la cabeza, los demás tenían en
su cara la expresión del horror. Ensangrentados, quemados, olvidados y sin
nombres.
Mientras
tanto, los familiares de los reos, de los más peligrosos, lloraban afuera del
penal, exigiendo saber si sus padres, hermanos, maridos, hijos estaban vivos.
Después del mediodía reportaron la muerte de un padre con su pequeño hijo: "Murieron abrazados, calcinados en el bloque A" decía el
titular; la gente no lo podía creer; como es costumbre, los internos tienen “derecho”
a dormir con sus hijos dentro del penal, a convivir con ellos en régimen
abierto, pero no a ser violados y maltratados.
Más
de treinta internos quedaron calcinados, los muertos no tienen nombre, no hay
manera de identificarlos, no hay manera de revivirlos para preguntarles cuál de
ellos tenía el poder total del penal, por qué le querían quitar el mando, que
era lo que pasaba allí adentro para que les hayan dado semejante muerte.
"Treintañeros" lo denominan a
aquellos que tienen la máxima condena en el penal, no tienen nada que perder,
ni siquiera el nombre: "Cindy y treinta treinta serían los
responsables", anunciaban por las noticias de último momento en la radio,
dos de los reos más peligrosos del lugar.
Hay
una lista de muertos sin nombre que solo los familiares quieren saber, porque
todavía mantienen la esperanza de que estén vivo, no importa si ha sido un
asesino, si la condena que le dieron allí se la merecían, o si por cosas del
destino fue a dar a una de las cárceles más peligrosas del mundo sin merecerlo.
Es una cuestión del ser humano y sus derechos.
Cuando
los muertos no tienen nombre, no significa que no le importa a nadie; porque sí,
hay una razón para tener preocupación por ellos, deberían ser menos los que
están encerrados en la cárcel de máxima seguridad denominado Palmasola,
deberían ser reformados los que entran allí. Ellos (los reos) nacieron con un
nombre que cuidar, un número de carné de identidad, una nacionalidad y una
responsabilidad.
No
se los puede dejar calcinados en el olvido, porque puede suceder, que en la
misma cárcel, se borren los nombres otra vez, de personas que aunque hayan
hecho de su vida un infierno, pueden tener el derecho a la redención.
La historia en los medios:
“Lo de Palmasola no fue por hacinamiento, sino por pugnas”
Suman 31 los muertos por la tragedia en Palmasola - El Deber
Cautelan a 11 presuntos responsables por la tragedia en Palmasola
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