La aldea del padre Alfredo
siempre estuvo cerca de mí, desde que tengo memoria ha existido. De hecho tiene
2 años más que yo. El padre Alfredo, austriaco, la había fundado en 1972.
Alrededor de la aldea había una
poza. Una laguna que separaba el barrio. Mucha maleza, mucho bicho, mucho
barro. Siempre me paraba al otro lado de la orilla. En las noches, escuchaba
los gritos de niños jugando en las canchas de fulbito. Era otro mundo que nunca
sospeché por completo de que se trataba.
Como hoy, cuando mi hijo de 8
años escuchaba el relato de otro niño de 8 años, en la aldea del Padre Alfredo.
Contaba el niño que había tenido cáncer. Que lo había vencido y que soñaba con
seguir viviendo. Que cuando sea grande quería ser doctor, para curar a todos
los niños. Ese niño se llama Pedro Ibañez. Acogido en la Aldea del Padre Alfredo.
“Pedro es un milagro”, cuentan
las mamás que cuidan a todos los niños en las viviendas de la aldea: algunos
abandonados por sus padres, otros nunca conocieron a sus progenitores. Es un
milagro como todos los niños que están ahí. Gracias al poder de la oración. Los
médicos no se explican qué pasó con Pedro, soportó todas las quimioterapias.
Pedro toca la batería. Mira a la
cámara como mirándose al espejo. Sabe que su historia está ahí, sonando al
ritmo de sus tambores y platillos. Las baquetas
transforman el golpe en música, mientras el conjunto lo sigue después de
que él ejerce el tono para que comience la canción.
El padre Alfredo sufre de Alzheimer,
enfermedad degenerativa. Analía dice en la testera que él se ganó el cielo. Me
mira como si encontrase en mi mirada aquel muchachito que se colgaba de la
malla olímpica para ver como jugaban los niños que estaban adentro de esa
aldea. Me dio la bendición acostado en su cama. Su piel blanca, sus lentes
binoculares, su voz apagada, su fuerza marchita. Lo miro y me encuentro.
Pedrito Ibañez llegó del oncológico desahuciado, era esperar lo inevitable, cuenta Claudio Américo Caiguara Romero - vocero de la Aldea de niños Padre Alfredo - Llegó sin pelo, estaba en su séptima quimioterapia y luego hizo dos más. A la novena no aguantó y le suspendieron los medicamentos. La mamá con hojas de sinini y mucha oración le dimos fe. Claudio Caiguara es hijo de la aldea, y explica que la oración con fe es mejor medicina. Hace dos meses, a fines de agostos, se le hizo el último examen de laboratorio, y sale que todas las células cancerígenas se habían paralizado. Prácticamente el cáncer está curado.
Claudio, explica que los médicos no lo pueden creer y certificaron que Pedrito no está con cáncer.
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