lunes, 24 de mayo de 2021

LA DEPRESIÓN EN TIEMPOS DE CUARENTENA

 

 

El personaje de este cuento no tiene final. No vive en un lugar determinado. Anda sonriente por los sueños de los demás. Deambula por los cuartos oscuros de la irrealidad. Es un ser insatisfecho. Cada día logra prorrogarse un poco más en la mente del occiso mental.

Ese personaje se llama la depre...Si, la depresión. Es una especie de carga invisible, que se trepa en la cabeza y gobierna desde adentro, con artilugios tan sencillos como decir: no vas a poder salir. Es una voz, es una manía, es una torpeza, es un silencio. Las personas que conviven con la depresión no saben que viven con ella. Es engañosa, frágil y fuerte a la vez, porque cada vez que te llega la alegría, se angustia y comienza a meterte ideas en el hipotálamo, ahí donde no llega la comprensión y la razón se inquieta, pero no puede hacer nada, porque la depre, la depresión anda menoscabando su integridad. Ya no se puede razonar sin pensar que no vale la pena.

 

 

Hubo un tiempo que la depre, la depresión se vestía de simpatía, y sonreía mostrando los dientes, y tú los mostrabas también, que cuando gritabas sentías que te quedabas sorda, para que se calle ella de una vez. La depresión tiene como único objetivo atraparte y no dejarte ir.  Ese cuento nadie te lo contó, el de la primera vez que te sentiste triste, porque todo el mundo te hablaba de la alegría, pero nadie se ocupaba de ella, de la tristeza, de sentirse solo, o sola, o comprendido, o incomprendida. La señora depresión no le gusta que pienses, le gusta verte llorar, para luego correr y consolarte, y decirte que todo va a estar bien, si te mueves de un lado a otro, si te encoges de hombros y metes la cabeza entre las rodillas, y si lloras como un bebé, cada noche y día, no duermes y te desmayas y despiertas a cada minuto.

La depresión te vuelve invisible, ya no te ves ni al espejo, se te van las ganas de comer, de vivir, de sentir. Es un fantasma que nunca muere, que está pendiente de tus penas, es su alimento más sagrado, tu angustia, es su postre bendecido por la irrealidad. Ya no tienes que llamarla, la depresión siempre está esperando a que le abras la puerta, está a un minuto de tiempo de donde estas y nunca se cansa. “La depre”, esa maldita forma que se encarna en tus estúpidas ideas, se vuelve una persona, te borra del mapa, y deja su espectro arraigado en tu cuerpo.

 

Yo no sé cómo se siente, pero me han contado, y no hace falta que la viva en carne propia para saber cómo es, porque tu piel se vuelve diáfana cuando ella habita en tu mente. Se muestra en tu mirada perdida, se viste de pereza en tu cuerpo, atropella toda actitud de voluntad, derrumba todas las columnas de tus creencias. Es tan hábil, que entra sigilosamente en los momentos que la desazón se encuentra con el destino. Ese destino que hizo que seas lo que eres. Transforma una vida plena en un vacío profundo. Esa es la tristeza, y cada vez que llegue a tu puerta, no la dejes entrar, y si entró, déjala salir, porque no quiere estar en un lugar con vida, quiere estar en un lugar con muerte. Eso pasa cuando decides no continuar con ella. Se amarra a tus piernas, no te deja caminar, tapa tus ojos, llora contigo, entibia la cama para que te duermas, allí comenzará a entrometerse con tus sueños, con tu destino, lo cambiará, hasta que ya no quede rastro de lo que solías ser.


Papá siempre bailó con ella, como si ese momento fuera eterno. Esa eternidad se acabó cuando papá murió hace tres meses, ese baile se acabó, se terminó, y la realidad de su vida se había transformado en un momento oscuro. No se puede vivir así. No se puede continuar así. Aprovecha la desgracia un momento eterno de tristeza. Llama a su amiga la depresión y termina con todo lo que habían construido. Ellos, mientras bailaban, no sospechaban, que un momento después de 60 años, se iban a separar, un momento, a descansar, un momento, a esperar a que todo vuelva a ser como era antes.  





A escala mundial, se calcula que casi 300 millones de personas sufren depresión, lo que equivale a un 4,4% de la población mundial.

Más de 300 millones de personas en el mundo sufren depresión, un trastorno que es la principal causa de discapacidad.

Se considera el principal motivo por el que las personas se suicidan.

Cada año terminan con su vida cerca de 800.000 personas, siendo la segunda causa de muerte entre personas de 15 a 29 años.

La depresión es un trastorno mental frecuente, que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración.

 

 

 

 

 

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