La importancia de ser el hermano mayor,
la percepción de padres y madres que creen ver crecer a sus hijos, unos más grandes
que otros.
Cuando Matías nació, Lucas creció
cinco centímetros, articuló mejor las palabras, utilizó lenguaje gestual acorde a la situación. Ese día él dejó de ser
el Bebé de la casa. Cosa rara porque todo el mundo decía que el nuevo
integrante de la familia se parecía tanto al primero, que daba la impresión de
que hubiera nacido de nuevo.
Medianoche, los cólicos volvieron
otra vez, ya casi nos habíamos olvidado que los eructos, el neogasol y las
manzanillas, eran parte del diario vivir del nuevo niño. los pañales de recién
nacido, las bañeras esterilizadas y las mamaderas de vidrio, todo volvía a
repetirse. Pero algo que no llegábamos a entender era, por qué Lucas, el hijo
mayor, había crecido tan de golpe, de la noche a la mañana, después del parto,
su semblante cambió, su mirada era adulta, y sus huesitos de niño tierno se
estiraron. Donde quedó el bebé que nos había acompañado durante cinco años.
Matías a cada mamamerada crecía exorbitantemente,
sus brazos se volvieron robustos, su cuerpecito frágil en una bola inmensa de
piel lechosa llena de rollitos que le
sobresalían de su body. Todos sorprendidos alrededor de la cuna
mirábamos con asombro el desarrollo de ese angelito que comía cada dos horas y
vomitaba el residuo lactario. Las noches parecían eternas cuando no podía
conciliar el sueño por un gas mal distribuido en la barriga del neonato. Cinco
semanas y todo parecía normal; menos el hijo mayor, que a cada mirada cariñosa
regalada a Matías, su semblante dibujaba un ceño fruncido tan marcado como si
se mirase en el espejo de su padre, calca de una actitud de adulto, confundida
con la de un niñito.
Falsas eran las aseveraciones,
como todas son iguales, cuando emprendimos hacia las vacilaciones, hacia lo que
veíamos que iba a ocurrir, diez meses antes la noticia de que un bebé iba
a crecer en la pancita de mamá ofrecía
una alegría rara, tonta, de esas que nadie se las cree. - Todos contentos, y ¿por
qué? porque alguien más va a llegar a la casa, va a compartir mis juguetes y
mis espacios de amor, cariño y atención -. eso es lo que dicen los libros que
va a pensar el niño o piensa en defecto, lo que nadie nos dijo era que iba a
crecer de esa manera.
tiene las piernas largas, la
cabeza ha crecido tanto, sus ojos miran diferente. Piensan diferente, hablan
diferente, argumentan bien, da miedo pensar que ya saben que es lo que va a
pasar, a cada palabra arrojada al vacío como parte de un plan, lloran, gritan y
mensajean directo a la mente de los padres, como manipulando el orden de los
factores para acelerar el trance hacia lo que ellos ven conveniente hacer.
Un estudio científico acaba de
aseverar que la principal causa del crecimiento de los hijos es la distorsión
subjuntiva de los verbos, de los adjetivos que uno utiliza por no llamar las
cosas por su nombre.
Los hijos no son más que seres
humanos que se desarrollan según la alimentación y la salud que les sea
proporcionada, lo demás lo recogen en el camino. un niño con silencios en
demasía y falta de comportamiento social es porque no tiene con quien compartir
y explorar su lenguaje; al contrario, niño que explota en su comportamiento
hasta ser demasiado hiperactivo, es por la sobrecarga de información y de
energía que se le proporciona.
Las sociedades modernas tienen
ese plus que le generan a los nuevos integrantes de la familia. La
hiperactividad la conciben ellos como algo normal, no va más la lentitud del
tiempo, el espacio perdido para jugar sin pensar que hay miles de cosas más en
que distraerse, sino que es lo opuesto, queda tanto por hacer, la fatiga mental
y el desespero por llegar a tiempo a hacerlas, se ha convertido en una especie
de enfermedad mas que hay que curar.
Lo que explica el estudio, es que
tanto la madre, el padre, y el hijo que
acaban de recibir a esta personita que se ve tan tierna, provocará efectos de
distorsión en la realidad. Creceremos más, de brazos, piernas y matrices; los
senos se achicarán, los hombros se fortalecerán, la voz tendrá un timbre
especial y los espacios de la casa se reducirán. Seguro también encontraremos
coincidencias en un montón de detalles como ser: Tiene mi mismo color de ojos,
dice el padre; tiene mi misma nariz, dirá la madre; pero el hermano mayor, la
única similitud que encontrará es que esos mismos mimos que le daban a él, ya
no se lo darán más. ¿Por qué? porque aparentemente, el niño creció, es el
hermano mayor, y vive ya en otra clase de mundo, es un infante pero es el
hermano mayor y, está obligado a madurar y a enseñar con tono mayor. Ser
valiente, dar el ejemplo, ayudar a hacer las cosas, y de pronto, el rato menos
pensado, el castillo de naipes se caerá estrepitosamente.
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