martes, 20 de julio de 2021

SOY HINCHA DE ORIENTE PETROLERO DESDE SIEMPRE


 Ya está Ludueña levantándose del piso luego de haber "volado" prácticamente de palo a palo.

El arquero de Oriente Petrolero flasheado por las cámaras de los reporteros gráficos, rozaba el pasto del Tahuichi sin darse cuenta que esa imagen quedaría grabada en la memoria de muchos hinchas que no sabían que en ese preciso momento se estaban por convertir en fanáticos de la institución deportiva con mayor cantidad de hinchas en todo el país. 

Mi hermana tuvo la osadía de incriminarme un delito que no cometí: el desacato futbolero en la familia. Todos, supuestamente, pertenecen a la desagradable aflicción de ser hinchas de Blooming, equipo que en los años ochenta logró un título que le dio a pensar de que podían ser los principales contendores del equipo Albiverde. Pero no hay nada más mentiroso que un mentiroso creyéndose su propia mentira. 


"Es el único colgado"...fue la definición que hacía la hija de mi padre, que también celeste, ordenaba a su barricada ofenderme con semejante definición. ¿Cuándo me hice hincha de oriente? supongo que la pregunta es pertinente y la definición impertinente. Es difícil no ser hincha de oriente, sobre todo los que nacimos en la década del 70 cuando había un equipazo que nadie lo podía parar. Con jugadores como Taritolay, Mustang Méndez, Chichi Romero por citar a algunos. Pero yo, aunque nacido en el 74, imposible es que haya podido desarrollar algún gusto futbolero. 

Taritolay


Es por eso, que recurrí a los archivos, para tratar de encontrar esos momentos cuando el hinchismo se me metió en el pecho y ni siquiera decidí obtener el título de hincha de tal equipo y del otro no....es una correlación de emociones que no se transmite con palabras y tampoco es una decisión binaria o aleatoria. "Es un sentimiento que no puede parar", como dice la canción de barra brava. 


*Trabuscando  entre mis recuerdos de primera infancia, me encuentro corriendo tras de la pelota en la canchita del barrio diciendo que era Tucho Antelo, vistiendo la camiseta del poderoso. Y luego me transformaba en Chichi Romero, arrastrando el balón por el centro del campo, dejando jugadores tirados al lado del camino. Es terrible esa emoción cuando gritaba el no gol, cuando veía que Ludueña espectacularmente alcanzaba una pelota difícil humanamente de atrapar. Lo veo volando eternamente y siendo titular al día siguiente en la portada de El Mundo y El Deber. 

Que mi hermana me diga, o alguien más, semejante aberración ¿Cómo uno puede ser hincha decidiendo entre uno o el otro cuando el otro ni siquiera existía en el imaginario colectivo? Hablo por si acaso de Blooming, que es de quien se asombra mi hermana legítima que no haya elegido ser hincha: como lo fue mi padre, mi hermano mayor y ella. Era algo absurdo. No se puede ser hincha de algo que no se conoce.


Luego, viene la reafirmación, después del nacimiento de ese amor, las idas y venidas al estadio, siguiendo cada partido por la radio canchera de papá. Llegando a entrar al Ramón Tahuichi Aguilera a gritar los goles desde las graderías, cuando la curva de Blooming no era de ellos, porque no existían. 

Nos sentábamos casi encima de la boca de entrada de la curva poniente, donde la hinchada de Real Santa Cruz llevaba una banda añeja y unos cuantos hinchas, viejos como el sur. Papá siempre fue un amante del fútbol y, aunque no jugase su equipo, asistía a los partidos juegue o no la Academia, como luego comenzaron a llamarle, a los florecientes o floricientos, según la traducción del Ingles al castellano. Blooming florecía poco a poco, pero Oriente ya estaba verde de maduro.

Tenía equipos que llenaban el estadio. La década del 80, cuando ya empecé a entender a mi corazón más que a mi razón, Oriente conquistó con cada partido un hinchismo que hasta ahora perdura. Es en vano que nombre a los jugadores que pasaron año tras año, porque ellos también sintieron el peso de esa camiseta que no se resumía en el esfuerzo de un solo jugador, sino de la formación de un equipo de mil batallas. 


Oriente Petrolero, va más allá de los colores verde y blanco, como los colores de la bandera cruceña. Es una institución futbolera, una canción que sale desde la tribuna, un grito de gol anidado en el pecho, una forma única de entender el fútbol. Por lo tanto, si me vuelven a preguntar desde cuándo soy hincha de Oriente, respondo que desde siempre y si insisten en cuestionar ¿Por qué?  solo les cantaré: porque es un sentimiento que no puede parar. Oh! Soy de Oriente... ¡ole, ole, ola...que cada día te quiero más!






*Trabuscando en un invento del habla camba, un modismo puej.

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