martes, 30 de junio de 2020

100 días de cuarentena


No hay nada más violento que pasar hambre.
Los choferes de micros vivían dando vueltas por la ciudad. Son casi o más de nueve mil. Sentados en los cacharros que sirven al transporte público de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, movían a toda una urbe con más necesidades de transporte y circulación como de aire para respirar. 

Hoy las cosas cambiaron, llegó un virus que quita el suspiro de la boca, se introduce a los pulmones y mata a un porcentaje de la población que indefensa se somete a la fuerza de un ente inanimado. Los demás sufren de miedo, algún que otro resfrío, dolor de cabeza o malestar de cuerpo, nada que un ibuprofeno o vaho de eucalipto no pueda sanar. 

Van más de 100 días de cuarentena y los traumas en el ser vivo urbano, ese que tiene arterias hechas de cemento y losetas ya está sintiendo. Sus calles se encuentran con personas deambulando en busca de comida y salud. Muchos vecinos, esos que permanecían escondidos en sus barrios han salido a las rotondas y puestos de ventas autorizados para pedir ayuda.  La explosión se traduce en miseria. La gente está mendigando y no puede afrontar la pandemia decentemente. 

Es el caso de los choferes de micro de la línea 15, que calzados en sus uniformes de color celeste con un tapaboca y carteles pidiendo ayuda, salen a la avenida principal para pedir ayuda al pueblo, sin entender exactamente a quien le piden ayuda. 

Pasa una ambulancia con la sirena a gritos, una sala de cuidados intensivos intermedios a 80 kilómetros por hora pasa de norte a sur y otra de este a oeste. Se entrecruzan los sonidos de emergencia mientras los transportistas achican cada vez más el camino de los que vienen y van por las avenidas del cuarto anillo. 

Un niño sujeta un perol, una ollita vacía con la que espera recaudar para la olla común, otro hombre baja de una moto con bolsas llenas de vegetales y la esposa lo espera con la leña en fuego. Todo eso realizado en el parqueo donde antes estacionaban los micreros con sus unidades de transporte color celeste. 

Extrañan cobrar 1 boliviano estudiante, 2 bolivianos mayores. Extender la mano para que el usuario entregue el costo del pasaje. Antes de la cuarentena lograban recaudar hasta 1000 bolivianos por día, quedándose con el 10 por ciento del total: todo lo demás se va en combustible, renta y otros gastos propios del ajetreo del vehículo. Al final de mes llegan con 3 mil bolivianos ya cobrados, sin seguro ni posibilidad de ahorrar. 



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