Para mí la guerra siempre estuvo presente. Las muertes, mutilaciones y
gritos de dolor. La sufrimos en la pantalla grande, chica y ahora small del
celular.
Desde allí deben venir los anglicismos. War, fight, hit the ball mother fucker. Todo
lo relacionado a la violencia exportado por algunos países como un predeterminado
lenguaje de acción. Soy un bróker dice el
agente.
¿Por qué el inglés logró ganar
esa guerra poco a poco con la publicidad oculta en las series y películas
exportadas hacia nuestro continente hispanohablante? Es una mutilación del
idioma, cada vez que entramos a la era
de la comunicación y de la tecnología. Allí hay términos que nacieron y se reproducen como
virus que infectan el disco duro de nuestra realidad cultural.
“Soy community manager” dice el
administrador de una página de Facebook. “Si, de mi Fan Page”, dice otro. “Estoy
mudando mi oficina a un espacio de Co-Working”, asegura el otro, para llevar su
escritorio a un edificio donde otros empresarios comparten no solo el espacio de trabajo, sino
el baño, la taza de café y el papel higiénico.
¿Pero donde está más enraizado el
virus impuesto por el anglicismo territorial? Pues, en las mismísimas cabezas
de los consumidores. Ellos están buscando una “party”, o una “Hot Sales” de una
empresa que hará descuento por cambio de inventario, o “stock”.
Es una guerra contra el castellano, no contra el español como dicen algunos.
Hablar inglés no está mal y tal vez es la mejor
opción para comunicarnos a nivel mundial. Es más fácil de aprender que el
castellano o spanish como dicen los gringos.
Pero hablar spanglish como quieren bautizar al nuevo idioma, parece una
derrota declarada después de la guerra anunciada.
“Vamos al Mall, tengo un baby Shower, ya llegó el delivery”. Acosados
por términos que los usuarios del idioma madre dejan penetrar en sus oraciones
de manera tan pasiva. No responden de manera agresiva ante semejante invasión y
prefieren adaptar las palabras a su vocabulario.
“Hasta la vista Baby” fue un cañonazo propio que la industria gringa
parece haber dado. Pero no, “Terminaitor” como lo nombran acá, venía
como un caballo de troya.
Hay escritores cruceños como
Giovanna Rivero que han asimilado estas
dos culturas en sus libros y, juegan adrede con esta invasión al idioma, de
manera voluntaria, aplicando un estilo que dícese a priori al anglicismo, que
es el arte de escribir como le dé la gana. Pero esta guerra declarada y asumida
por la RAE debería ser de todos, dicen algunos, que ya han visto respuesta por
parte de los defensores naturales del idioma castellano, los ilustradísimos miembros de la Real
Academia Española, que si no hubiera sido por Arturo Pérez-Reverte, no
sabríamos que fueron o son hombres buenos.
Empezar a creer que enriquecemos un idioma mezclándolo
con otro puede tener grandes complicaciones en el futuro (si hubiese un emoticón en este paréntesis sería el de los ojos mirando hacia
arriba tratando de entender esa frase) puede parecer muy apocalíptico proponerlo
de esa manera y, no creo que sea para
tanto; pero sí para las memorias de las culturas, de los pueblos, las ciudades,
las comunidades que usan el castellano como lengua madre, esa desconfiguración
no se solucionan pulsando las teclas Ctrl+z .
Los pueblos que no conocen su
historia o los errores cometidos en el pasado tienen la tendencia a repetirlos
y esta invasión borra identidades que son códigos de programación en sociedades
que vienen surgiendo de manera orgánica y que forman parte de ese adn. Esa encriptación del idioma que protege
la lectura y escritura de muchas
sociedades, puede ser dañada y expuestas a objetivos macabros, como bien lo
muestra la película Real Player One, donde el diseño generado por la cultura
pop recrea un mundo paralelo a la realidad como manera de escapismo social ante
la inminente degradación de la realidad. *lo
invito a que deje la lectura en este momento si no entiende la anterior
acotación y piensa que está fuera de lugar; sí está fuera de lugar pero no
puede evitar no ponerlo.
Vendrán más terminaitors, más temas de Daddy Yanky, a explotarnos el lenguaje,
torturarán al “español”, pero nunca…nunca…nunca…derrotarán
la forma de hablar del lugareño. Ese
espacio territorial metafísico inigualable vacunado contra los anglicismos, no
sufrirá la deformación neoliberal, como dirían los socialistas anti
imperialistas. O sino, pregúntenle al camba urbano que significa “Nelly, Nica,
puej”; una deformación en bruto propia de la defensa selectiva del idioma
transformada en auténtica piedra, como la bolivianita, o el “ahuringa”
imperioso que significa: “en menos de lo
que cante un gallo”.
Ese nivel de invasión, la guerra
declarada, nunca va vencer a territorios como los propios del
saber, donde nace y crece la cultura de un lugar: el empanizao, el majao, el
tari; no serán reemplazados por ningún food truck, que venga por intermedio de
un router o un wifi.
No habrá un “influencer” que
influya jamás de los jamases en nuestros
decimes y diretes decimonónicos de
nuestros interculturales. De esos nacidos en porongo o en la villa, en el Urubó
“enclinicao” o en el San Juan de Dios. Esas mentes promiscuas nunca serán
allanadas por el idioma extranjero sin antes no haber resistido como hacen los glóbulos
blancos ante una amenaza infectante de bacterias en un cuerpo vacunado.
The End
Diccionario:
- Anglicismo: Palabra, expresión o giro procedentes de la lengua inglesa que se usan en otro idioma.
"la
palabra ‘software’ es un anglicismo en español; la construcción ‘estar siendo +
participio’ es un anglicismo en español"
- Emoticon: Un emoticono o emoticón1 (del acrónimo inglés emoticon) es una secuencia de caracteres ASCII que, en un principio, representaba una cara humana y expresaba una emoción. Posteriormente, fueron creándose otros emoticonos con significados muy diversos. Los emoticonos que expresan alegría u otras emociones positivas se clasifican normalmente como smileys (de smile, «sonrisa» en inglés).
- Camba: personaje oriundo de las tierras orientales de Bolivia; más propiamente dicho del que vive en Santa Cruz de la Sierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario