viernes, 21 de junio de 2019

EL ANGLICISMO UNA GUERRA DECLARADA


Para mí la guerra siempre estuvo presente. Las muertes, mutilaciones y gritos de dolor. La sufrimos en la pantalla grande, chica y ahora small del celular.

Desde allí deben venir los anglicismos. War, fight, hit the ball mother fucker. Todo lo relacionado a la violencia exportado por algunos países como un predeterminado lenguaje de acción. Soy un bróker dice el agente.

¿Por qué el inglés logró ganar esa guerra poco a poco con la publicidad oculta en las series y películas exportadas hacia nuestro continente hispanohablante? Es una mutilación del idioma,  cada vez que entramos a la era de la comunicación y de la tecnología. Allí  hay términos que nacieron y se reproducen como virus que infectan el disco duro de nuestra realidad cultural.

“Soy community manager” dice el administrador de una página de Facebook. “Si, de mi Fan Page”, dice otro. “Estoy mudando mi oficina a un espacio de Co-Working”, asegura el otro, para llevar su escritorio a un edificio donde otros empresarios  comparten no solo el espacio de trabajo, sino el baño, la taza de café y el papel higiénico.

¿Pero donde está más enraizado el virus impuesto por el anglicismo territorial? Pues, en las mismísimas cabezas de los consumidores. Ellos están buscando una “party”, o una “Hot Sales” de una empresa que hará descuento por cambio de inventario, o “stock”.

Es una guerra contra el castellano, no contra el español  como dicen algunos.

Hablar  inglés no está mal y tal vez es la mejor opción para comunicarnos a nivel mundial. Es más fácil de aprender que el castellano o spanish como dicen los gringos.  Pero hablar spanglish como quieren bautizar al nuevo idioma, parece una derrota declarada después de la guerra anunciada.

“Vamos al Mall, tengo un baby Shower, ya llegó el delivery”. Acosados por términos que los usuarios del idioma madre dejan penetrar en sus oraciones de manera tan pasiva. No responden de manera agresiva ante semejante invasión y prefieren adaptar las palabras a su vocabulario.
Hasta la vista Baby” fue un cañonazo propio que la industria gringa  parece haber dado. Pero no, “Terminaitor” como lo nombran acá, venía como un caballo de troya.

Hay escritores cruceños como Giovanna Rivero  que han asimilado estas dos culturas en sus libros y, juegan adrede con esta invasión al idioma, de manera voluntaria, aplicando un estilo que dícese a priori al anglicismo, que es el arte de escribir como le dé la gana. Pero esta guerra declarada y asumida por la RAE debería ser de todos, dicen algunos, que ya han visto respuesta por parte de los defensores naturales del idioma castellano,  los ilustradísimos miembros de la Real Academia Española, que si no hubiera sido por Arturo Pérez-Reverte, no sabríamos que fueron o son hombres buenos.

Empezar a  creer que enriquecemos un idioma mezclándolo con otro puede tener grandes complicaciones en el futuro (si hubiese un emoticón en este paréntesis sería el de los ojos mirando hacia arriba tratando de entender esa frase) puede parecer muy apocalíptico proponerlo de esa manera  y, no creo que sea para tanto; pero sí para las memorias de las culturas, de los pueblos, las ciudades, las comunidades que usan el castellano como lengua madre, esa desconfiguración no se solucionan pulsando las teclas Ctrl+z .

Los pueblos que no conocen su historia o los errores cometidos en el pasado tienen la tendencia a repetirlos y esta invasión borra identidades que son códigos de programación en sociedades que vienen surgiendo de manera orgánica y que forman parte de ese  adn. Esa encriptación del idioma que protege la lectura y escritura de  muchas sociedades, puede ser dañada y expuestas a objetivos macabros, como bien lo muestra la película Real Player One, donde el diseño generado por la cultura pop recrea un mundo paralelo a la realidad como manera de escapismo social ante la inminente degradación de la realidad. *lo invito a que deje la lectura en este momento si no entiende la anterior acotación y piensa que está fuera de lugar; sí está fuera de lugar pero no puede evitar no ponerlo.

Vendrán más terminaitors, más temas de Daddy Yanky, a explotarnos el lenguaje, torturarán al “español”, pero nunca…nunca…nunca…derrotarán  la forma de hablar del lugareño. Ese espacio territorial metafísico inigualable vacunado contra los anglicismos, no sufrirá la deformación neoliberal, como dirían los socialistas anti imperialistas. O sino, pregúntenle al camba urbano que significa “Nelly, Nica, puej”; una deformación en bruto propia de la defensa selectiva del idioma transformada en auténtica piedra, como la bolivianita, o el “ahuringa” imperioso que significa: “en menos de lo que cante un gallo”.

Ese nivel de invasión, la guerra declarada, nunca  va  vencer a territorios como los propios del saber, donde nace y crece la cultura de un lugar: el empanizao, el majao, el tari; no serán reemplazados por ningún food truck, que venga por intermedio de un router o un wifi.

No habrá un “influencer” que influya jamás de los jamases  en nuestros decimes y diretes decimonónicos de nuestros interculturales. De esos nacidos en porongo o en la villa, en el Urubó “enclinicao” o en el San Juan de Dios. Esas mentes promiscuas nunca serán allanadas por el idioma extranjero sin antes no haber resistido como hacen los glóbulos blancos ante una amenaza infectante de bacterias en  un cuerpo vacunado.

The End

Diccionario:
  •      Anglicismo: Palabra, expresión o giro procedentes de la lengua inglesa que se usan en otro idioma.

"la palabra ‘software’ es un anglicismo en español; la construcción ‘estar siendo + participio’ es un anglicismo en español"

  •          Emoticon: Un emoticono o emoticón1​ (del acrónimo inglés emoticon) es una secuencia de caracteres ASCII que, en un principio, representaba una cara humana y expresaba una emoción. Posteriormente, fueron creándose otros emoticonos con significados muy diversos. Los emoticonos que expresan alegría u otras emociones positivas se clasifican normalmente como smileys (de smile, «sonrisa» en inglés).

  •          Camba: personaje oriundo de las tierras orientales de Bolivia; más propiamente dicho del que vive en Santa Cruz de la Sierra.


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