lunes, 7 de septiembre de 2015

De pesimistas optimistas o de optimistas arjonianos.



Escuchar al ministro Luis Arce Catacora hablar sobre la economía boliviana, es como escuchar una canción bonita en medio del ruido. Al ministro le gusta escuchar a  Ricardo Arjona, tal vez por ahí se entienda porque ve la economía como la ve. “El problema no es problema, el problema es que te creo”, dice la canción del cantante guatemalteco; Arce Catacora dice que no ve problemas en la economía nacional. Viaja en taxi,  como Arjona en “la historia del Taxi”, en ese mismo taxi que hoy cobra bs 20 por una carrera que hace 5 años atrás costaba bs 10.

Lo importante es entender que “Quien diría que el Mink y la mezclilla podrían fundirse algún día, quien diría”, parafraseando la canción de Ricardo, también seguro se puede entender porqué  el crecimiento del PIB es determinante para decir que todos han crecido en la misma proporción, sin separar el trigo de la paja; paja mental en realidad son algunas de las canciones del cantante que dice que “es más difícil que jalarle el pelo a una botella”, en realidad lo difícil es mezclar a los grandes capitales con los pequeños y creer que ambos crecen o decrecen igual, que ganan y pierden igual. “jalarle el pelo a una botella” sería en palabras Arjonianas, pagar dobles aguinaldo sin ni siquiera tener para el primero, eso sería jalarle el pelo a una botella, sacar de donde no hay para pagar el precio de la baja productividad.

Debe ser porque al igual que Arjona el ministro puede decir “te conozco desde el pelo hasta la punta de los pies” a la función pública, ya que antes de ser ministro era funcionario del BCB. Tal vez por eso puede decir que  la “señora de las cuatro décadas” era menos  feliz entonces que ahora que bordea los sesenta, comprando en el mercado todo con una inflación controlada. Todo se ve mejor desde arriba, sin pisar las calles con barro ni sacarse el sudor de la frente cuando se convierte en barro al traer el viento la tierra,  cuando los que forman parte del 90% de las empresas están trabajando con su pequeño capital o mediana empresa, tal vez ahí la “historia del portero” de Arjona, ese asalariado ganando el salario mínimo nacional, que ve lo que no debe ver ahora tendrá que ser guardia de seguridad en un barrio del octavo anillo, sin beneficios sociales ni sueldo básico, mascando su bolo de coca y esperando que los pandilleros no lo maten, esos pandilleros que son chicos de 14 y 15 años, que no conocieron a arjorna, - por suerte-, hoy hacen sus propias canciones rimando también, - a la que te criaste -, no como Ricardo, que lo hace con premeditación y alevosía, las cosas que ven en sus familias y como la pobreza les afecta. Ellos tienen plata, pero no son como “los chicos de plástico” que cuenta el cantante en una de sus canciones, son chicos de barrio que viven entre el índice de pobreza y de extrema pobreza – o sea: entre el 5to y el 9no anillo-.

La economía tranquilamente se la podría explicar con un par de canciones de Arjona, de ese cantante guatemalteco que tanto gusta al ministro: “me están jodiendo la vida” o “ayúdame freud” podrían ser cantadas por los empresarios del agro que producen para perder por el contrabando; o quizá “realmente no estoy tan solo” podría cantar un empresario de la industria textil, también están los que venden ropa usada.


Al final de cuentas, las olas de la economía mundial, ahogan a unos cuantos y suben a la cresta a otros: a los menos endeudados o con economías pequeñas las crisis no afectan en la misma magnitud que en una economía emergente. “Así de ilógica” es la lógica del ministro cuando solo ve la macroeconomía y piensa que la demanda interna y las inversiones públicas nos salvaran para el resto del viaje. Las instituciones sufren el desgaste de los coletazos económicos, por ahí, “Si el norte fuera el sur” podríamos reírnos a carcajadas pero ya vemos que no es así, ni ellos que viven en una crisis permanente desde 2008 logran recuperarse, peor una economía que levantó cabeza gracias a los precios de las materias primas como la nuestra, con  instituciones extractivistas podrá continuar la racha que le otorgó el precio del barril de petróleo de $us 100 dólares. Solo esperemos que como dice el mal llamado “poeta” de América, Arjona, la reputación de la economía boliviana no termine siendo las primeras seis letras de esa palabra.


Leer para contarla



Ya me tiene cansado leer libros, no porque no me guste leer, sino de cansancio de tanto viajar por todo el planeta.

Anoche leía la historia de un hacker en estados unidos perseguido por la NSA, luego Arturo Perez Reverte me lleva al siglo XVIII a pasear por las calles de Paris y, para variar, Roberto Bolaño me pide que lo acompañe a observar como su personaje de Detectives Salvajes, García Madero,  conversa con los libreros sobre como los poetas visceralistas roban libros en México D.F.


Luego me meto donde los ricos no quieren que estemos, en las páginas de Thomas Piketty, El Capital en el siglo XXI, economista Francés que da detalles de cómo los ricos del mundo, el 1%, posee el 50% de lo que le toca al resto del mundo. No podía dejar de pensar, mientras saltaba de página en página, las desgarradoras historias que cuenta Martín Caparrós en su libro hambre. Entender cómo funciona el mundo, trasladando las historias desde África hasta Europa y luego saltando el continente hasta la América rica y pobre al mismo tiempo. A veces son viajes espantosos, otras veces te llevan en primera clase. 

domingo, 6 de septiembre de 2015

La era del cinismo y del fracaso de la humanidad



Qué difícil es escribir esto encerrado en un esqueleto cargado con sangre y carne. Qué difícil es definir el fracaso y el cinismo cuando somos parte de esa definición. El cinismo es: actitud de la persona que miente con descaro y defiende o practica de forma descarada, impúdica y deshonesta algo que merece general desaprobación. El fracaso es un suceso lastimoso, inopinado y funesto.

Entonces de que estamos hablando cuando decimos que vivimos en la era del cinismo y del fracaso del ser humano. Vivimos en el siglo XXI, cuando hemos logrado erradicar muchas enfermedades y sin embargo hemos creado otras. Hemos sido exitosos en muchas áreas de las ciencias y la tecnología pero estamos agobiados por el fracaso moral de la existencia humana. En el caso del niño Aylan que se le escapó de las manos de su padre y cayó en el mar de desolación, de la desesperación, del no me importa y se convirtió de pronto en la preocupación de todo el mundo. Cómo entendemos esto.


¿Cómo vivimos con esto? Es la era del cinismo mezclada con el fracaso absoluto de la humanidad. Hemos logrado crear mundos maravillosos con la imaginación pero la realidad no se puede editar. Hemos visto en menos de un segundo como se derrumban nuestros sueños y de pronto caemos en un terreno árido de la desilusión. No somos capaces de reaccionar sin antes ver cómo nos laceramos la piel y derramamos sangre. El mundo llora la muerte del hijo de alguien que pudo haber sido el nuestro. Nuestros hijos también pueden ser víctimas de ese cinismo que vivimos, que nos quita el disfraz del éxito. Somos un compilado de fotos de eventos que desgarran nuestra vida y nos sacan de nuestra zona de confort. Somos parte de ese mundo cínico que no entiende que el mar también puede tragarse a nuestros hijos  y los puede tirar a la orilla del mar, tumbado de pecho y frio.