Todo se reduce acerca de tener la razón.
La certeza es parte de la razón. Encontrar
razones es una tarea que involucra sinceramiento, honestidad, paciencia para
encontrar las formas donde la razón reside.
Estoy seguro que el pueblo boliviano busca
razones para seguir votando a Evo Morales, pero también encuentra razones para
no permitir que siga al frente del país. Es una cuestión de sumar cuánta razón lo
convierte en próximo presidente o no.
Pero las cuentas no están muy claras. Tenemos
que sumar millones para encontrar una sola razón para mandar la candidatura del
presidente al tacho de basura.
Por ejemplo, los millones de bolivianos que se
perdieron en el fondo indígena, la represión en Chaparina, las acusaciones de
tráfico de influencia.
Pero encontrar razones para continuar apoyando
a un hombre que tuvo la mejor década económica de la historia boliviana, le da
muchos créditos que tal vez no deban acreditárselos a él. Seamos sinceros y contemos cuantas razones tenemos para
seguir apoyando a alguien. Y tiene que ir más allá de su género, clase y
posición étnica.
Debemos encontrar un punto medio donde lo que
importe en realidad sea las sumas y restas que realizamos cuando estamos frente
a la posibilidad de elegir nuevos mandatarios.
Por supuesto que estamos hablando de las
elecciones de 2025, ya que para estas próximas elecciones (2019), los únicos que van a poder
lanzarse a competir por la presidencia son tres hombres que ya saben de los
sabores de la administración pública: Carlos Mesa, Tuto Quiroga, Samuel Doria
Medina.
De otra manera, si ocurre lo que todos temen,
la posible candidatura del presidente Evo Morales, estaríamos hablando de una
sin razón. De una falta de respeto al voto del ciudadano, del boliviano que ya
decidió en un referéndum que no se postule otra vez porque es
anticonstitucional, y aunque nadie lo entienda de esta manera, el pueblo
boliviano respeta mucho su palabra, cuando no la respetan la de ellos, toman
las calles, pero lo que es peor, toman en sus mentes el maltrato como algo
inhumano y detestable. Algo que no
garantiza una postulación ni para el 2020 o 2025 o cualquier otra postulación.
La gente sabe que en Bolivia las dictaduras se acabaron hace mucho tiempo y
parte de nuestra historia ha demostrado que los hombres y mujeres de este
pueblo no se dejan timar y salir impune de tan falta grave.
Pero si saben negociar, no el honor ni la dignidad, pero si las oportunidades que se
presentan cuando todavía es posible tener oportunidades, y eso se respeta.
Tener oportunidades no es lo mismo que dictaminar que el determinismo es parte
de sus decisiones. Somos un pueblo católico, cristiano, creyente y los dogmas
de izquierda, ultra, de derecha o izquierda, no representan nada, cuando el
hambre aprieta.
El ciudadano boliviano sabe que el poder
corrompe, que el dinero es un vicio, que vale más la dignidad o la riqueza del
orgullo propio, que una manipulación del destino.